20

¿Cómo llegué a los 50?

La idea que germinó éste gran proyecto, que ya no lo es sino fulgurante realidad, fue haber experimentado en carne propia el estigma de la vejez repentina, el retiro a las reservas y de ahí al olvido.

Nací un 09 de Marzo de 1959, pero lo cierto es que no recuerdo gran cosa de mi infancia. Debió ser muy común, recuerdo haber jugado mucho al bote pateado, haber sido una niña feliz y llena de afectos, educada en una doble moral devastadora y tan común en sus tiempos (y en todos los tiempos que me ha tocado lidiar): bajo los principios de una igualdad incipiente y no reconocida en todo el mundo; pero al mismo tiempo, criada para verme linda y ser complaciente con ellos. Ellos, los hombres. No porque seas menos -me susurraba al oído mi madre- sino para controlarlos mejor. Un susurro que se dirigía a si misma mas que a la pequeña de vestidos rosados a la que acunaba, pretendiendo convencerse cada día un poco mas que esa era su verdad, deseando que, a fuerza de repetírmelo, se convirtiera en la mía.

Quizá por la distancia (que es el tiempo sino distancia insalvable), o porque solo le encuentro algún sentido a mi existencia material cuando me acompañan la fama y sus accesorios, mis memorias toman sus contornos definidos al verme como una mujer adulta; tan segura de mi misma, de mi belleza clásica y de mi figura esbelta eternamente criticada y criticable, siendo lo mas que pude ser, que fue tanto y tan poco… una modelo de pasarela, de revistas, simplemente un maniquí. No me confundan, no me avergüenzo ni me arrepiento, represente todo aquello que las mujeres de “carne y hueso” se esforzaban por conseguir. Recuerdo como me ilusionaba cada nueva imagen. Casi me lo creía yo misma, al verme vestida tan ejecutiva o enfundada en mi bata blanca y el estetoscopio al cuello. Me soñé tantas veces como esas valientes mujeres, esas importantes y modernas mujeres que salían a diario a realizar sus sueños, mientras yo no podía hacer más que homenajearlas en mis representaciones y envidiarlas desde mi escaparate.

Era feliz, casi, pero bastante. Al final, mi verdadera desgracia consistió en no contar con que por mi también pasaba el tiempo. Aunque tuve una relación estable a lo largo de mi juventud y edad adulta, con un El que supo mantenerse a la sombra de mi imagen durante mis mejores años, al final me quede sola. Pase demasiados años al lado de ese hombre que siempre tuvo una sonrisa frente a los medios, pero jamás me hablo de matrimonio, de familia, de una vida mas allá de las luces y el espectáculo. Y yo no presione. Fui complaciente, como recordaba que debía ser, y tanto lo fui que cuando me dejó declarándose abiertamente homosexual, lo cobije en mi vida llamándolo amigo en vez de amor, y aparecimos sonriendo, como siempre, ante las cámaras. En el fondo algo me sospeche siempre, tanta pulcritud, tanto tinte capilar, tanto bronceado perfecto… el se autoproclamo el primer metrosexual cuando se popularizo el termino, pero al final notó que los tiempos eran otros y sus preferencias sexuales estaban mas que aceptadas. Y con la aprobación publica, decidió aprobarse a si mismo.

Junto a mi debacle sentimental, o quizá por ella, mi edad y mis tiempos fueron cada vez más evidentes. Surgió un grupo de jovencitas, tan nuevas y tan modernas que no tardaron en ser las favoritas de las igualmente jóvenes y modernas consumidoras. Y eso fue todo. Perdí los principales espacios, y de a poco fui dejando de ser la invitada predilecta en las fiestas, mi estrella con mi juventud se fue apagando, se consumió. Comencé a recorrer en soledad mi mansión rosada, con los espejos cubiertos, con el armario repleto de Yves Saint Laurent, Prada, Nina Ricci, Carolina Herrera, Guy Laroche, Paco Rabanne, Oscar de la Renta, Gucci, Givenchy, Lacroix, y tantos mas… repleto para nada, porque a mi edad, me auto convencí de que seria ciertamente ridículo pretender entrar en esas prendas…

Pero hoy me siento distinta. Tengo ganas de no quedarme con las ganas. Ahora que he perdido firmeza y ganado todo lo demás, creo que por fin puedo ser yo también una mujer valiente. Una mujer adulta de 50 de años que se levante a cada día y le escupa (si, escupir, escupir alguna vez y no pedir disculpas) al mundo que sigue tan viva como siempre, que no va a permitir que la desplacen mas por sus cabellos entrecanos.

Entonces pues mi propósito es precisamente enaltecer la vida a los 50, la causa perdida que a lo sumo levantara sonrisas de pena y lastima ante su sola mención. No importa, vamos a ser muchos y no pararemos hasta ver nuestros derechos más personales, de nuestra condición de habitantes respirantes del mundo. Respetados en el ultimo y el primer rincón del mismo, desde La Paz hasta… la guerra.

Al final me respondo la pregunta que abrió la presente:

¿Cómo llegué a los 50?

…sin mayor daño en la columna.

Barbara Millicent Roberts



4 comentarios:

LUX AETERNA dijo...

Que bueno tuve que ir a Wikipedia para enterarme que Barbara Millicent Roberts es Barbie!!!!!

Besos

S A N J O dijo...

es buenisimo!!! me encnató!!!

hablabas del muñeco amricon ese!!! jajajaja qué, ahora ¿¿¿kent está de novio con max steel???!!!

jajaja te felicito, muy bueno!

Kyara Athena dijo...

Nas!!

jo, genial, estupendo, grandioso, realmente se me acaban los adjetivos para expresar lo mucho que me gustó éste texto. Felicidades xD

Esta fantástico. Cada detalle que describes es perfecto.

Bueno, me dejas con una mejor imagen de Barbie, ya no la detestaré tanto jajaja

Ahora la respetaré por sus bien cumplidos 50 años.

Nos estamos leyendo, hasta entonces...

LaVieEnRose dijo...

ahh me encantó! un poquito d impresión me dio la foto jaja

amé a barbie, tenía muchas muchas y decía q cuando fuera grande las iba a poner todas en una gran vitrina...en fin...

ahora tengo una hermanita de 7 años q juega con las mías y tiene las suyas tb...y todavía sufro si veo los accesorios desparramados por la casa jejeje

besos Yle.

puras mieles

puras mieles